CATA DE CHOCOLATES GRAND CRU DE RESERVA PRIVADA VENEZOLANOS EN ALAMBIQUE

El chocolate: alimento más sexy, divertido y delicioso del mundo está viviendo una revolución merecida.  Ahora, los que han querido ir más allá de las opciones del supermercado y de las opciones industriales hablan de chocolates como de vinos; hablan de tabletas “monovarietales”, de zonas cacaoteras como “terroirs”, de porcentajes dados por la fruta cuando se “revela”, de diferentes tipos de fermentación, incluso han explorado opciones de “añejamiento”. Esto que parece una locura es el camino que están buscando los amantes del chocolate que no son los mismos “adictos al azúcar” con los que a veces se confunden. Cada vez más, el consumidor busca los orígenes de lo que consume y además le interesa en qué condiciones son tratados los productores involucrados pero lo más interesante: está dispuesto a pagar más si sabe que no hubo por ejemplo, esclavitud en las fábricas. Pocas marcas de chocolate pueden presumir de buenas prácticas en su producción, ya que el cacao está en países tropicales con leyes a veces muy pocos claras, así que en gran medida depende de las empresas si entran o no en juegos de corrupción y abuso.

Pocos países cacaoteros tienen industrias de chocolates, de hecho, en poquísimos, el chocolate forma parte de su cultura. A todos nos sorprendió aquel video “viral” de unos trabajadores de cacao probando por primera vez chocolate. De esos países hay uno solo que además de tener cacao tiene chocolate fino o gourmet producido enteramente en origen y ese es Venezuela. Que además, cuenta con la empresa más antigua de América Latina, Chocolates El Rey, que lleva 86 años haciendo productos para el gran consumo y con una línea “fina”. Su presidente Jorge Redmond estuvo en Madrid y ofreció no sólo una cata de sus productos sino una visión de hasta dónde se puede llegar en este mundo si se busca un producto de altísima calidad.

Cuatro chocolates fueron mostrados al 70 por ciento y descubrimos cómo una misma fórmula puede mostrar diferentes matices. La cata comenzó con “Macuro” que hace honor a la región donde llegó Colón y cuyo cacao del tipo Río Caribe es uno de los orígenes más importantes que Venezuela ha aportado a los chocolateros europeos. Es un cacao trinitario y con mucha fuerza lo que se comprobó con esta cobertura.  Luego probamos “Apamate” del tipo “Carenero Superior”, un cacao también trinitario que crece en una de las regiones cacaoteras por excelencia en Venezuela: Barlovento.  Luego pasamos a una gama más delicada por el tipo de cacao, cuya genética tiene mucho del famoso “criollo”, cuyos granos blancos y sus delicados sabores han deslumbrados a los gourmets y el que permite que algunas tabletas muestren precios de casi 10 euros.

Sur del Lago y San Joaquín, fueron las estrellas de la noche, el primero de la región de Barinas o las llamadas “faldas andinas” y que se cree que es el descendiente del cacao Porcelana, el más famoso de los criollos y San Joaquín que siendo pariente del “Ocumare” de la zona centro, ha sido plantado cerca del primero para conseguir que rebusque en sus genes criollos. El resultado de estos últimos son tabletas inolvidables que vienen en empaques numerados y que tal como ocurre en el vino, abrirlas es un homenaje a sus productores y un motivo de celebración. Un ritual que los amantes de esta delicia buscamos que se repita en los restaurantes de alta cocina. Un menú de degustación merece terminar con chocolate que pueda dar fe de sus orígenes, de sus buenas prácticas, incluso de sus premios, este camino apenas comienza. Y lo mejor es que las tabletas más deliciosas están por ser degustadas.  

Crónica y fotografías de Helen López